Cr. Luis Alberto Dalcol,
El gobierno consumió la miel de su luna. Hizo lo que quiso y pudo, y los resultados son opinables. Todos conciertan que la situación actual es realmente compleja e irresuelta. La economía está planchada.
Problemas cambiarios inducen a tasas de interés exacerbadas. El crédito privado baja y se encarece. Se paraliza la economía. Faltan dólares para su desarrollo, porque no los genera la balanza comercial y los de la deuda se escapan en compras en el mercado de futuros para evitar corridas. El equilibrio fiscal ni la contención de la inflación son naturales – son inducidas – y se emite moneda. La venta minorista está en baja.
La relación deuda/PBI no es abultada y el gobierno quiere bajar el grueso riesgo país con propósito de buscar más dólares de deuda. No se enfoca en originarlos de la producción. En mayor exportación de granos o de un balance turístico favorable; las nuevas, solo vendrán del sector energético.
Se sigue con la univisión de las finanzas, sentado con banqueros (que es un servicio), no con creadores de la genuina riqueza que es la producción de bienes. No se advierte que el Estado también se puede achicar agrandando la economía. En algunos aspectos se perdió tiempo, el tiempo más valioso, que es el de la credibilidad. No es el mismo tiempo el del primer año que el del último en un período de gobierno. La realidad simplemente es eso, la realidad.
La historia económica nos muestra que nuestros progresos se originaron más que por decisiones propias de contextos externos. Algunos desaprovechadas.
La economía mundial es poco probable que empeore. Trump apagará sus manejos de capricho y dejará de actuar como si los aranceles fuera un negocio de regateo. Las tasas de interés internacional es difícil que suban más de lo que están, los bonos americanos rinden el 5% sobre dólar y es insostenible; las colocaciones a largo plazo tienden a disminuir. Si disminuyen el negocio financiero bajará y hará aumentar al sector productivo y el comercio internacional.
No es factible que los commodities bajen más que su precio actual. Principalmente petróleo, soja y otras monedas macroeconómicas importantes. Entonces el capital puede girar de las finanzas a la economía real, y allí – por rebote – se conforme un cuadro externo de menor hostilidad que el actual para nuestra economía. Porque el negocio del capital financiero es entrar en la economía real en las depresiones y salir en el auge con importantes diferencias de valorización.
Obviamente, que la conducción deberá reconsiderar sus modos de comunicación, en cuanto a humildad, dialogo respetuoso; porque subestimar es de soberbio y no es de beneficio. Además de corregir las faltas que aparentan de reales y que ya se han judicializado. El Ministro de Economía y el Presidente del B.C.R.A. fueron empleados de G.P. Morgan, donde no llueve en exceso ni hay sequía; si devengamientos.
Gritos, abrazos desbalanceados, exagerados, amenazas intelectuales, discursos agraviantes entorpecen y estimulan la autocracia.
¿Alguien puede indicar quien, siendo exitoso, las ha propiciado?
La economía que asoma no la sabemos. Aparenta que debiéramos prepararnos para no desaprovecharla, sobre todo por el estímulo externo posible que motorice y no por nuestras acciones financieras desacertadas y repetidas.