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25 de Mayo 1008

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Cr. Luis Alberto Dalcol,

Shakespeare le hace decir a Hamlet “ser o no ser”, en una disyuntiva trágica y a la vez cobarde.  Trump respeto a Milei podría mutar a: “creer o no creer”. Se ha identificado en modos, ideología, política, economía y hasta en su actuar autocrático. Si realmente creyera,  puede realizar un gran negocio para su país y una verdadera ayuda al nuestro; en ideas que no son novedosas. Además de inducir a  bancos y a empresas americanas a la inversión local.

Nuestro país tiene deuda y no tiene liquidez para pagarla. Recurrentemente busca préstamos para no caer en incumplimientos que deriven en su décimo default. La situación actual presenta  una credibilidad de pago genuino muy baja que se refleja en el elevado riesgo país. No solo se incrementa el costo financiero de la deuda, sino que lo saca del mercado voluntario. Los bonos que emite, en el mercado secundario cotizan oscilantes, cercanos al 50 %, y la mayoría están bajo jurisdicción extranjera. Asimismo tiene recursos naturales sub o inexplotados.

Esta descripción arrima alternativas de negocio para un operador con reputación de cumplidor, que paga. Con ese sólido activo intangible, podría  avalar y comprar los bonos argentinos.  De esa forma  esas acreencias – rápidamente – subirían su cotización y podrían ser revendidas con una buena diferencia que se llevaría el avalista. Nuestro país, indirectamente se beneficiaría. Subiría su  credibilidad de pago,  disminuiría el riesgo país y tendría acceso al mercado de préstamos con un  costo  de  deuda menor.

E.E.U.U. podría condicionar  los nuevos endeudamientos, a través de un fideicomiso auditado, para que sean destinados exclusivamente a incrementar reservas o a financiar la explotación de la riqueza de nuestro país con obligación de exportación. Sin desvíos para pago de gastos corrientes, ni para sostener artificialmente el mercado de cambios; ni otro  fin parecido que desvíe el objetivo productivo que genere el repago de la asistencia. Y requerir independencia entre el B.C.R.A.  y el Ministerio de Economía.

Igualmente si los bancos extranjeros quieren garantía de sus préstamos deberían calzarlos con negocios de inversiones productivas que aseguren el reembolso del préstamo con exportaciones generadoras de dólares. El límite de la codicia es el miedo, y una operación integrada asegura su viabilidad.

Se necesita de éstas u otras posibilidades mejores, aportar ideas renovadoras y de ejecutantes competentes, preparados. La economía pide de un impulso que provoque la confianza perdida e incorpore – en voluntad –  la riqueza local resguardada. El que ahorra sabe que pierde renta, pero sabe que protege capital, en la seguridad de no perder más.

Al país  se le reducen las alternativas autónomas, propias. Las administraciones no han demostrado capacidad ni idoneidad y solo han incrementado la desazón y el desánimo. Apagan el espíritu creativo del emprendedor. Los vicios del poder como el autoritarismo, la corrupción, el narcotráfico – en distintas dimensiones – le han sido comunes a todos los responsables de administrar nuestra cosa pública. Los gobiernos del Estado han provocado, en buena parte de la ciudadanía, un hastío mayor que  los fracasos anteriores tienen la posibilidad de  repetición.

Precisamos  “ideas reales” para salir del brete financiero al que han llevado a nuestro país. Lo aquí arrimado procura trasladar recursos de las finanzas al sector productivo, creador de bienes y de trabajo. Hasta el momento de la historia han sido las únicas alternativas válidas de progreso. Agrandar el país productivo es la mejor forma de achicar el Estado.

Debemos regresar a los valores dejados de lado. Al trabajo compensado, no al juego de apropiarse del esfuerzo ajeno. Al respeto en el lenguaje, en las normales relaciones con el otro y a la expulsión de la soberbia de creer saber cuando solo se corea. El humano al final siempre termina humilde. La solución es más simple de lo que parece, porque está causada y no es ignorada.

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