Cr. Luis Alberto Dalcol,
Más conocido como el “mal holandés”, el síndrome de Países Bajos se denomina al efecto económico negativo – vaya paradoja – que provocó el descubrimiento de gas natural en la década del sesenta en el Mar del Norte.
La nueva riqueza avivó fuertemente las inversiones y generó importantes ingresos de divisas por el incremento de las exportaciones, que se incorporó rápida y directamente a su economía. En consecuencia de ello, el florín – su moneda de entonces – elevó su demanda y se revaluó significativamente. Toda la economía que no estaba relacionada con el gas, principalmente la manufacturera, producto de esa apreciación, quedó fuera de competencia internacional por el encarecimiento de valor de su producción. Hasta las buenas noticias – mal administradas – pueden conmover la situación de la economía.
POSIBILIDAD CORRECTIVA
Cuando ocurre un acontecimiento similar al descripto es aconsejable aislar los nuevos recursos del sistema económico para que no perturbe el equilibrio existente. Puede ser con la constitución de un fondo de reserva separado del circuito económico reinante y ordenar su ingreso paulatino, principalmente para obras de infraestructura que beneficien a toda la economía en general; sin crear nuevos puntos de costos. El objetivo es no alterar lo que está compensado.
EN LAS EMPRESAS
Esta situación macroeconómica, salvando las distancias, también puede presentarse en las empresas, en las economías familiares. Es decir, obtener un nuevo ingreso importante e imprevisto y no estar preparado para manejarlo correctamente.
En principio hay que conocer la permanencia del mismo antes de decidir su aplicación sustentable. No es lo mismo un ingreso constante que uno circunstancial. Su magnitud influye en su disposición así como el flujo de fondos proyectados. Es difícil proponer alternativas para procurar mantener el equilibrio pues las posibilidades de situaciones son infinitas y deben estar definidas para poder acercarlas. No obstante ello el ejemplo del llamado “mal holandés” sirve para prestar atención a la incorporación de nuevas variables que, aunque favorables, puedan alterar el equilibro general existente y a la postre resultar perjudiciales para el desarrollo general de los negocios.
VACA MUERTA Y LAS INVERSIONES MINERAS
Nuestro país no está equilibrado y lejos de la situación de Países Bajos. No obstante, el efecto Vaca Muerta y las inversiones en litio, minería y demás proyectados en la economía interna no deberían ser descuidados; principalmente para que no afecten a sectores no vinculados que ocupan mucha mano de obra y exportan. Esta advertencia – en la situación actual – resulta prematura; mas deben conocerse sus secuelas y estar preparados ante su eventual presentación.
En relación con el gas lo óptimo es captar capitales para inversiones locales en industria enérgico dependiente; que se produzca internamente y se exporten los productos manufacturados en lugar de vender commodities sin valor agregado.
Exportar energía pura es de país subdesarrollado, de economía rentista; es subutilizar un insumo vital que necesita toda producción y no tener visión de futuro de país, más con el amparo del vigente Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones. No se debe salir a vender energía, sino a promocionar la inversión local ante la existencia del insumo más importante para producir que nos ha prodigado la naturaleza.