Cr. Luis Alberto Dalcol
Cuentan que en 1870, el Presidente de Bolivia Mariano Melgarejo, durante la guerra Franco-Prusiana, dijo: “Vamos a Europa y combatiremos por Francia”. “¿En qué vamos mi General?, le dijeron; y les respondió: ¡ A nado, caramba !.
Una extravagancia es algo que no es normal, que es antinatural. Que es raro e inusual. Tal vez la muestra de apertura arrimada sea un exceso y sea originada en cuestiones etílicas.
¿Ud. se cambiaría su apellido?, pues hay países que cambian su nombre. Ceylán por Sri Lanka, Holanda por Países Bajos. Ahora está en trámite India (del Río Indo, puesto por los ingleses cuando era su colonia) por el de Barath (en honor al emperador Baratha que los gobernó anterior a la ocupación). Tal vez no constituya una extravagancia y responda – o esté causada – en hechos históricos como en el último caso.
La extravagancia resulta que está entre ambos. En la demasía y en lo no causado. Los prototipos tienen en común la no habitualidad, la infrecuencia.
Extravagante puede ser un objeto; como un vestido, un sombrero; un hacer, que esté fuera del orden habitual; un dicho, por grotesco, por desacostumbrado. En fin, la extravagancia incluye desde lo original hasta lo excéntrico.
Cuidado. La extravagancia puede no ser tal. No es extravagante que un técnico de IBM diga: “la computadora cuántica resuelve en 8 Hs. lo que una tradicional tardaría 5 millones de años”. Hay conocimiento, autoridad que lo respalda.
DELINQUIR CON RENTAS
“Concheto” Alvarez, robó y mató a cuatro personas. Creo que pasó por la vieja cárcel de Gualeguaychú. Fue condenado a reclusión perpetua y apresado. Apeló el fallo a la Corte Interamericana de Derechos Humanos y ésta ordenó al Estado indemnizarlo con el pago de U$ 11.000, ya consentido; por no tener representación legal adecuada. La estrategia de su defensa consistió en que un día antes de las audiencias Alvarez revocaba a su defensor. En la primera, el Tribunal le asignó de oficio la misma que tenía el cómplice, el día anterior la revocó y logró aplazar la audiencia. Pocos días antes de la nueva audiencia, Alvarez desautoriza a su abogado, y nombra otro abogado defensor; que obviamente, pide nueva postergación para enterarse del proceso. Se pasa a otra fecha, y antes de la misma renuncia el abogado y queda sin defensa. El Tribunal se cansó y dijo que era una maniobra dilatoria. Le nombra de nuevo a la defensora de inicio; se pide la nulidad, no es aceptado y se sentencia con reclusión. Se apela el fallo a la Corte Interamericana y ésta se pronuncia como se expusiera al inicio.
No importa la ética profesional de los abogados, la praxis del los Estrados ni el fallo de la CIDH ni otros asuntos o puntos de vista jurídicos. Para los legos – que se manejan solo con el sentido común – la consideran, con benevolencia, una cabal extravagancia judicial. A la Corte Internacional le interesó el proceso judicial y no le importó las pruebas ni tampoco el proceder del reo, como sí le interesó al Tribunal Argentino. Dos “derecho” – o dos opiniones – que solo confirma que la palabra justicia es una abstracción.
Queda el lector en aporte de otros ejemplos que la vida prodiga en abundancia y así enriquecer el concepto observado. Se pone punto final para evitar que la nota califique, aparte de aburrida, de extravagante.