Cr. Luis Alberto Dalcol, 08/2020
Nuestro país desde hace varias décadas enfila a transformarse en un paraíso fiscal, es decir en una jurisdicción de baja tributación.
La reducida contribución impositiva no radica en pocos y bajos tributos de su sistema. Por contrario son muchos y altos. Gira en el sentido indicado por las recurrentes alternativas que se ofrecen para regularizar los impuestos evadidos.
Los regímenes liberatorios universales nacen con un pecado de origen que radica en que el receptor no tiene la obligación de demostrar si no pagó porque no pudo o no pagó porque no quiso (e hizo otro negocio que ahora se lo hace pagar a otros, a todos los argentinos).
Las modalidades de moratoria (nuevos plazos), condonaciones (menores impuestos y accesorios) y los blanqueos (incorporación ventajosa de ocultaciones) han formado una conducta que a la postre llega a justificar el título de esta nota.
EL CAMINO ES SIMPLE
La consumación de lo descripto requiere de tres pasos:
- No ingresar los impuestos a su fecha de vencimiento. Los propios y los de terceros producto de retenciones de compradores y de percepciones de vendedores.
- Con dicho importe comprar divisas. Dólares, euros o francos suizos. Retenerlos y no depositarlos para evitar dar avisos.
- Acceder a algunas de las formas que recurrentemente presenta el Estado mencionadas en el párrafo cuarto. Cambiar insignificantes montos de las monedas acumuladas en paso 2) a peso local, pagar el anticipo y caminar en paz con la prestancia de un buen ciudadano.
El tercer paso puede obviarse si se tiene conocimiento que el próximo jubileo se hará en tiempos relativamente cercano. Así podrá adicionar beneficios futuros.
Cada nuevo régimen de excepción tiene renovadas argumentaciones y normalmente extiende la posibilidad de incorporación. En esta oportunidad los quebrados, es decir desapoderados y de actos ineficaces – porque los bienes están administrados por la justicia a través del Síndico – aparenta que también será bien recibidos. Completísimo.
Condiciona el ingreso al paraíso el contacto político que detenga procesos del ente recaudador, del sistema judicial administrativo o de la Justicia Federal hasta que llegue la “última oportunidad”. Pues el paraíso, como todo paraíso, no es para todos. No tiene posibilidad de ingresar el pequeño contribuyente que (exagerando) a los tres segundos y dos décimas de un incumplimiento se le emite automáticamente una boleta de multa o clausura; o el mediano o mayor que no cuente con la protección indicada.
Esta anotación es penosa. Se necesita de un gran cambio en nuestra forma de encarar los problemas que nace en la elección de nuestros representantes y sus proyectos.