Por Cr. Luis Alberto Dalcol
Al anciano, difamado de mil formas – por soberbio, atropellador o desalmado – no se le puede negar su existencia. Invisible, real, influyente. En tiempos y en espacios, siempre está y en todos lados. Algunas veces con distintos motes (oficial, paralelo o de variados colores). Requiere de observación, de control. Como a todos, es bueno escucharlo.
Se acredita en su permanencia. En unificar fortalezas e impotencias. El vigor estriba en que no es un solitario, un errante que nadie constituye. En su accionar es un tsunami que puede aparecer de improviso y marcar la cancha de juego. En la normalidad siempre avisa.
DE AMISTADES Y CONTENCIONES
No se destaca por fraterno o filántropo. Amigo de la confianza, está más cerca de la lógica que de la moral. Nunca propondrá hacer un tubo a partir de revestir su agujero. Aunque se equivoca, las marras son menos que los aciertos. Posiblemente sea razón de su búsqueda, aceptación; de la continuidad ya dicha.
SU LUGAR RECEPTIVO
El longevo reconoce de sus abusos al que es llevado. De igual forma explora las promesas de su opuesto, el socialista Don Estado. Del relato izquierdeado de utopías igualitarias y de justicia y protección fantástica. Las califica de “irreales, ideales, ilusorias”. Con “desprecio al esfuerzo, a la acción de la persona particular; a la inquietud autónoma”. “Con deshonra al talento, al mérito, al progreso del hacendoso. En última instancia al que lo sustenta y habilita”, explica. Se dificultan sus espacios, principalmente, cuando el burócrata propaga latiguillos como: ”te salva el Estado, no el mercado”; y apunta: “sin ver que los intereses públicos y privados necesitan complementarse”. Reafirma: “lo público no debe ahogar lo privado”. Recuerda de J. Bezos, creador de Amazon (con 80% de acciones ajenas en la que venden 1,7 millones de pymes), sus palabras de reconocimiento en el Congreso de E.E.U.U., un país “ … que apoya y no estigmatiza el riesgo emprendedor”. Por estos pagos le preocupa “oír otros ruidos, alejado de los esmerados, de los laboriosos; de vivir en un continuo presente ausente de planes que discute de usurpaciones y de propiedades privadas”.
SOBRE LAS LEYES
No comprende la creación de normas que no se cumplen o que se modifican o adaptan a intereses de los que las proponen. Para ello, razona, “la legislación debería entrar en vigencia en tiempos alejados a los de su dictado. Así nadie podría conjeturar de provechos aviesos”.
PANDEMIA Y CONSECUENCIAS
En la contingencia del Covid 19 arriesga: “no provocará alteraciones relevantes a los sistemas políticos y económicos actuales; sí, empujará aún más el avance del “home office” y la resolución de las TIC´s)”; y agrega, “las respuestas al flagelo serán acorde a la idiosincrasia de cada país”. Al final acota, “el azote no será causa que modifique regímenes de las naciones ni trastornará el proceder de las personas”. Sigue en creencia que la democracia y el liberalismo son los sistemas menos imperfectos y más adoptados. Confirma así el concepto de “democracia liberal”, que Ortega y Gasset – hace casi un siglo – expusiera en “La rebelión de las masas”. En resumen no aprecia evidencia de grandes cambios.
Más calmado, esta vez enfiló hacia donde se esconde el sol.