Los politólogos advierten, que en algunas democracias aplicadas surgen ciertas debilidades; que, paradójicamente, tendrían origen en un avance autoritario que se manifiesta en la cooptación de las instituciones. En el distintivo de los sistemas o regímenes que se le oponen.
A la democracia se la reconoce como el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Es común hacer la simplificación de que en ella el todo se define por el 50 % + 1 y la nada por el 50 % – 1 -esto daría lugar a que Borges la asumiera como un abuso de las estadísticas-.
Lo expuesto al inicio presume que los agravios radican más a la república que a la democracia, ya que es en la república donde subyace el decaimiento señalado. La democracia se constituye en la forma de elegir el poder y la república en como ejercer ese poder. El proyecto -felizmente frustrado- de “democratizar” la justicia fue nítido ejemplo del exceso insinuado.
Si bien por la mayoría de la democracia se distribuyen cargos y responsabilidades y se toma el mando de ciertos organismos gubernamentales; no debería asumir o comandar los organismos de control, que deberían ser -fundamentalmente – técnicos. La república es la encargada de que el poder no resulte hegemónico y se confunda la función de la organización política con la partidaria.
Es el sistema republicano quien tiene el poder del control. Lo debe distribuir de tal forma que nadie pueda tomarlo en forma monárquica, o de ejercerlo en dicho modo.
Si esto fuera así, más que residir el problema en la democracia lo está en la república, pues aquella debe subordinarse a la última. La república es la que limita y la que ordena a la democracia. Nuestra Constitución Nacional alude al sistema republicano, no a la democracia, que la presume incorporada en dicho régimen.
Lo autoritario está relacionado con el ejercicio, y su existencia o vinculación exceden a la democracia y responden a la debilidad republicana.
La división del poder que propone la república tiene su esencia en impedir al poder su ejercicio en forma absolutista, algo que es propio del carácter autoritario.
En nuestro país la democracia ha respondido a los requerimientos normales de toda nación, pero la república está en falta en el cumplimiento de sus propósitos de orden institucional.