La opinión mayoritaria del ámbito político identifica que las acciones económicas financieras aplicadas por el actual Ministro de Economía tienen el objetivo de arribar – con cierto orden – hasta los próximos actos electorales, y recibe el mote de “plan llegar”.
La realidad presente es que aunque el plazo se acorta, resulta cada vez más lejana su distancia en cuanto a obtener el éxito buscado. La incertidumbre que origina el deterioro y el desacierto de las decisiones en su cumplimiento producen este contrasentido.
Así, el “plan llegar”, tiende a transformarse en el “plan no llegar” o en el “plan llegar chocado”. Nadie lo sabe. Todos conjeturan o lo supeditan al aporte (o no) de una ayuda externa que piadosamente oxigene este tiempo.
El “plan llegar” en realidad no es un plan, es un propósito sin formas – pues no interesan las formas – más sí la intención que no se origine desazón y desesperanza en el electorado en los tiempos actuales de gobierno.
El “plan llegar” no es un plan porque no existe un ordenamiento integral con intenciones de alcanzar una salida posible. No tiene objetivos de reversión económica, solo intenciones políticas que ayuden a mantener y permanecer en el poder.
Desde hace décadas los gobiernos no han sido exitosos, mas todos han buscado la continuidad. La excepción posiblemente haya sido la de Duhalde – Remes Lenicov que alcanzado un orden decoroso, dada la situación de inicio, no procuró seguir en el poder. Después vino lo que vino con las consecuencias que muestra la actualidad.
Ahora se discute sobre dolarización. Los que la proponen requieren previamente de una economía ajustada, sin déficit ni inestabilidades. Si se logra ello no se necesita dolarizar pues la misma presume de equilibrio y de una moneda local estable. La desconfianza de la moneda es consecuencia de los desbarajustes y el cambio de moneda no cambia nada si no se arreglan esos desbarajustes. Ordenados, cambiar la moneda es atarse a vaivenes de otro país y a abandonar las políticas monetarias locales sanas, para aplicar en períodos complicados.
Hace recordar el humor de aquél que le ordena a su secretaria: convoque una reunión para el viernes; y ante la pregunta de su auxiliar: ¿viernes, se escribe con ve larga o con ve corta?. Se le contesta: mire convóquela para el lunes.
La incapacidad (o la ignorancia) de cómo tener una moneda local estable, como nuestros países vecinos, hace recurrir a artificios que además se desconoce la trazabilidad que ello implica.
Respecto a la clase magistral de economía de la vice Presidente, no se comparte que los precios suban porque sube el dólar ( ¿ y el peso uruguayo, real, euro, franco suizo, etc. ?). Los precios suben porque baja el peso argentino, su poder de adquisición. Cuestión de perspectiva. Como en la creciente, no baja la tierra, sube es el nivel del agua.
El déficit fiscal, sí es la causa de dicho incremento en los precios, porque el desequilibrio se financia con emisión que aumenta las unidades monetarias circulantes en relación a los bienes existentes y cada bien recibe mayor cantidad de pesos. El déficit fiscal es causa de la inflación. Si no fuera así, sería sencillo, habría que seguir emitiendo y se solucionarían todos los problemas; y ello es de una inconsistencia muy evidente.
Cr. Luis Alberto Dalcol, 05/2023