Cr. Luis Alberto Dalcol,
El uso de la palabra abstracto se lo hace aquí en sentido de aislamiento o separación de la realidad, para una cuestión que debe ser concreta. No menoscaba – en absoluto – el beneficio de la abstracción en el arte, que por otra parte es estupenda.
Presupuestar es hacer un cálculo de ingresos y egresos para la acción económica, en este caso del Estado. No se parte desde cero, sino que se estiman aumentos y disminuciones porcentuales en ambos conceptos sobre el ejercicio anterior; de modo que luego se bajan a menores detalles donde juegan intereses de las reparticiones afectadas.
En los períodos 2024 y 2025 no hubo presupuesto aprobado, se prorrogó el del año 2023. El de 2026 se presenta en término para su consideración, que se lo califica en el título de la presente. No le corresponde solo al proyecto presentado, sino a la mayoría, pues han tenido parecidas características de ficción. Si no se lo aprobara sería la primera vez en administrar con tres presupuestos consecutivos no aprobados, reconducidos. Si se modifica el DNU el PEN tendrá menores posibilidades de modificar partidas presupuestadas.
Es difícil presupuestar con un riesgo país que oscila entre 800/1.500 puntos. No se tiene asegurado acceso al mercado voluntario de créditos, y por los vencimientos, en su confección, debió anunciar un nuevo default. En 2026 vencen US 18.000 millones y el presupuesto presentado no podía estimar como se iban a pagar. Aunque la economía (o mejor dicho las finanzas) siempre tiene algo de mágico y hace aparecer la paloma. En este caso un águila, pues el Tesoro de E.E.U.U. ha prometido su asistencia que se festeja, sin percibir que ratifica una debilidad.
Se conjetura un US a $ 1.423 y una inflación del 13,9%, ambos inferiores a niveles actuales. Un crecimiento abultado del PBI del 5%, aumentos en exportaciones e importaciones similares, cercanos al 10%, y un superávit primario del 1,5 y financiero del 0,3% sobre el PBI. No tiene en cuenta las leyes aprobadas sobre, universidades, discapacidad y salud. La SIDE se lleva $ 97.000 millones y duplica lo autorizado en 2024. No elimina el régimen de promoción de la Ley 19.640 para Tierra del Fuego, y disminuye los aportes de ANSES a las provincias que ya están judicializados.
El mercado opera con una posición de futuro para 06/2026 de $ 1.825 por US (28,25 % más del valor presupuestado). No existe plan económico que lo contenga. Solo metas de equilibrio fiscal, recortes de gastos sin soluciones. Se sigue sin atender a la producción que motoriza el crecimiento económico. Continuamos con la vista puesta en las finanzas, con intereses que no soporta ninguna actividad productiva lícita. Muy modesto en la creación de riqueza, salvo en lo minero. La producción agrícola ganadera sostiene en exagerada proporción al Estado con derechos de exportación. Ello desalienta y no incentiva la inversión porque no hace rentable el negocio. No se gestiona la obra pública y las empresas que operan en el sector se desmantelan, no generan actividad. Los impuestos al consumo (IVA) no están relacionados con los impuestos al capital (Bienes Personales) en el sostén del Estado.
La agresión, la auto ponderación, la soberbia – erróneas de por sí – no han podido ocultarse por los resultados productos de la ineptitud demostrada. El riesgo país es un número resumen que califica nuestra capacidad de pago y está elevado. Las cerealeras, que aprovecharon exención de los DEX, entregaron US recibieron $ y volvieron a compra US. En un programa periodístico, quien fuera número dos en inicio del equipo económico (astilla del mismo palo) desacreditó el “plan económico” (¿?), lo calificó de “impracticable”. Se continua con el desacierto (e infantil) discurso porteño: “compra campeón”.
En su relación es interesante recordar frases sabias: “se puede hacer cualquier cosa; lo que no se puede es evitar las consecuencias”. Nuestras acciones y secuelas están a la vista.