Cr. Luis Alberto Dalcol,
El mercado y la bolsa asignan valor a los activos. A las mercancías y a los servicios, a las acciones y a los bonos. No se manejan son sucesos presentes. Se anticipan. Están en expectativa de lo que ocurrirá a futuro. Son perceptivos y apuestan fuerte. El cambio es innovación, y se mueve cada vez más apresurado. Hace temerosa y vulnerable a las plazas del capital.
Cuando el mercado o las bolsas fallan producen crisis, transferencias de riquezas de manera abrupta. La mayoría de los problemas económicos o financieros – no originados en cuestiones de desbordes de la naturaleza, de asuntos bélicos o de tragedias en salud, o similares – emanan de errores en valorar los bienes y títulos, siempre en demasía.Se denominan burbujas o globos de mercado. La subvaluación no trae problemas importantes.
Cuando el exceso se cauteriza, produce una corrida en los valores que no sostienen los compromisos asumidos y producen un efecto en cascada que desestabiliza el sistema. Normalmente en forma súbita, porque todos quieren salir al mismo tiempo del embrollo y evitar el perjuicio.
Ocurrió en el sector inmobiliario de España, sobre hipotecas apoyadas en valores insostenibles. Actualmente nuestro país en dicho sector no presenta problemas de estimaciones exageradas. Construir un m2 es más caro que comprar uno hecho. Allí la crisis no debería temerse. Siempre se debe hablar en potencial, porque nadie lo sabe. Solo se razona, y ésta no provee certeza porque infiere sobre hechos a suceder.
En adelantamiento, esos lugares físicos o abstractos, pagan valores presentes sobre imaginaciones futuras. Es un problema de tiempos. Si la aceleración del valor es mayor que el de la innovación continua, se corren riesgos temporales. Si se extienden y no se concretan son cuasi terminales. El pasado ha dejado rastros de todas las posibilidades, porque la realidad es contundente, prepotente y avisa con el hecho.
Se arrima el tema, pues en la actualidad las empresas más valorizadas corresponden al sector tecnológico de la informática, al manejo de datos, que están mayormente concentradas. Algunos consideran que están sobre estimadas, y puede ser cierto. No obstante, no existen factores de debilidad visibles en el mediano plazo y hasta el momento mantienen una permanente expansión y valorización. En su mayoría sobre bienes intangibles, del conocimiento. Obviamente que la desvalorización posiblemente se va a producir. El asunto es saber cuándo. Y pensar que la economía – en sus comienzos – exigía lo físico, lo corpóreo para configurar un bien económico como tal. Se lo definía como cosas “materiales” con capacidad de satisfacer necesidades; así excluía los servicios en que hoy reposa mayormente el valor, en cuestiones no somáticas como el saber.
La innovación está expuesta a otra nueva innovación que la altere; y que detrás de ella, lleve las corrientes inversoras. Todas tienen su período de vigencia, algunas procuran dividirlos en etapas. No está ausente la especulación, es decir la conjura sin discernimiento.
Los valores de mercado o de bolsa pueden virar artificialmente porque circula mucho capital volátil, móvil, de rápido manejo que puede cambiar de posición con celeridad. El poder influyente de los agentes está cercano al negocio ilegal por medio de memes, o abusos de mercado con enriquecimiento rápido, asimilados a lo lúdico. Es frecuente y debe controlarse con rigor y penalizarse para que el juego artificial sea anulado. El movimiento brusco debe evitarse.
Del mercado económico no solo depende la actividad mercantil sino que sostiene todo el andamiaje político que ordena la sociedad en beneficio del hombre y su familia. El exceso dominante, el abuso, el engaño no tiene diálogo con el equilibrio y la sensatez con el buscado mercado perfecto. Por eso deben evitarse y soslayarse.
