Cr. Luis Alberto Dalcol,
Una de las expresiones que más conmueven las inconsistencias de don mercado refiere a su excesivo individualismo. Como que extravió el nosotros; el sentido común de la tercera persona del plural.
Él lo sabe y lo reconoce. No obstante, defiende su compostura por cuanto no lo configura su sola persona; sino que lo ordena la suma de los seres en conjunto. Acuerda así el concepto de sistema, que no es el agregado de partes. Es la integración, donde se generan efectos distintos; pues, existen interacciones.
LA IGUALDAD Y EL ODIO
Se acopla a los intentos de críticas constructivas el hecho de que, el camino que propone don mercado hacia el éxito, crea desigualdad y de él emana el odio o la envidia. Don mercado, alterado, gira y se interroga: “¿el que odia necesita causa o justificación?”; revalida: “¿soy culpable de la envidia?”. Ofuscado concluye: “¿no será problema de los que odian o de los que envidian?”.
Más adelante reflexiona: “la igualdad es imposible, somos diferentes”. Continúa enérgico: “sí teóricamente nos pudiéramos igualar, ¿podríamos sostener esa igualdad?”. Concluye: “Parece razonable, atemperar los excesos de la desigualdad; que sí existen, y que los origina mi primo, don mercado el imperfecto, al que algunos apodan el oligo o el monopolio”. Don mercado no enfrenta a la hipótesis de reglar los extremos del abuso de las posiciones dominantes.
LA CONFESIÓN Y VOTO DE CONFIANZA
En su tercera carta: Fratelli tutti (Hermanos todos) el Papa Francisco formaliza observaciones al capitalismo. No obstante, don mercado, aprovecha parte de una frase y arrima agua para su molino. La encíclica expone (en punto 168) que: “El mercado solo no resuelve todo …”. Don mercado exclama: “¡comprenden!” y continúa: “¡es un nítido reconocimiento hacia mi proceder!”. “El Santo Padre afirma que resuelvo – aunque solo – no todo”; inflado, y a lo Bambino, agrega: “la base está, falta ayuda al solitario”.
UN SEDUCTOR
La realidad es que don mercado cautiva a casi todos. Percibe que, quien no logra entrar al sistema, sufre; y mucho. Se pregunta – porque ignora – de la austeridad, el sacrificio o el esfuerzo realizado por el excluido. De igual forma no conoce sí le habitó la espera a la dádiva o transitó por la pereza y la holganza. Hasta ahora, don mercado, tiene más crédito que desprestigio.
Aunque no siempre es así. Nuestro Ministro de Economía (auto confeso con capacidad de sarasaseo), en momentos en que la diferencia entre dólar oficial y libre se eleva – rondaba el 130% -, expresó: “la realidad estuvo más alineada con los pronósticos del gobierno que con los del mercado”. Imperdible.
DESPEDIDA
Se acababa el día. En esta ocasión el saludo se asimiló a un consejo (parecía una versión del “carpe diem” de Horacio), me dijo: “aprovecha el día, pásala bien”. Encorvado y apoyado en un bastón tomó rumbo al Sur.