Cr. Luis Alberto Dalcol,
“Nada surge de la nada” es una expresión atribuida a Parménides. De allí filósofos posteriores propusieron la teoría de la causalidad que – en el ámbito de la asociación de ideas – postula que todo efecto tiene causa. Por otra parte lo que nos impresiona hoy será lo ingenuo del mañana.
El fenómeno es internet, no es la inteligencia artificial ni otros derivados que vendrán. Sin dudas la A.I. generativa influenciará la civilización. Sus redes neuronales artificiales saldrán al universo, mas derivan de internet. Vemos que la técnica de la vía comunicativa, de la pista informática como se la llamara en inicio, puede más que la política. El mundo se integra por la comunicación democrática de la red y no por los consensos o acuerdos institucionales. Todo está globalizado. Las naciones comienzan a perder vigor de unidad, ya no dependen de su soberanía o de sus bloques afines. No son contenedoras. Los himnos los revalorizan los deportistas, no los políticos.
Unas pocas empresas tecnológicas tienen el poder de influir sobre el fenómeno internet y alterar el planeta. Modificar las reglas conocidas. No son las empresas, sino las posibilidades que la técnica genera. El poder institucional se debilita; quiere, pero no puede subordinar la técnica. Intenta regular intangibles que no conoce y que aparentan de inmanejables. Las empresas, que hoy pueden desconectar el mundo, tampoco tienen el poder para constituirse en el nuevo centro, en un nuevo orden. Se vislumbra que estamos solo en un proceso que no muestra su llegada pero que el presente no tiene nada que ver con el futuro. Lo único seguro es la venida de una transformación enorme, que podría convertirse en un extenso e inacabable proceso que no define su fin.
Los líderes, los valores, no serán los que tenemos validados. Están en plena innovación. Estamos en un caos. En un desorden, en búsqueda de un nuevo orden esperanzados que sea para bien. Todos podemos participar. Habrá guías ocultos y desvíos, pero la crítica reflexiva alineará y podará las miserias.
En última instancia es como siempre, solo que más acelerado. Vivimos en un continuo estado de asombro y de cambio. Internet ha sido la revolución, la causa de esta nueva época; el desarrollo de sus descendidos, desde su motor de búsqueda y demás emanados, aún es incipiente y nos traerá impensados avances que alentamos y esperamos mejoren la vida de la persona. Internet ha logrado la comunicación instantánea y con ello el adelantamiento continuo de la técnica que el hombre incorpora constantemente. El participio es una forma verbal que describe una acción terminada, el gerundio la indica en proceso de realización. El mundo acentúa rasgos cada vez más notable de actividad en gerundios.
Le caben reproches por asuntos que no ha atendido, que no ha sido aplicada y que le sobra capacidad de logro; el más relevante es el del entendimiento humano, el de la paz; de la eliminación total del flagelo de la guerra.
El micro o el telescopio aumentaron nuestra visión. Internet, previa acumulación de todo el conocimiento, en forma invisible, paulatina e integrada, nos incrementará la capacidad cerebral y posiblemente llegue a nuestra mente y solo con el pensamiento podamos interactuar y comunicarnos.
No es cierto que todo está en internet y que no es necesario aprender, fue una falacia de principio y de corto alcance. Con internet se acrecienta la exigencia de saber y aprender más sin desconocer su enorme ayuda en su buena aplicación.
La historia observa cinco hechos fundamentales del progreso: el fuego, la rueda, la imprenta, la máquina a vapor e internet. En inicios de la década de 1990, nuestra generación tuvo la fortuna de ver nacer el último acontecimiento conocido que integra nuestra relevante memoria del paso del hombre por la tierra.