La palabra Token identifica a todo activo digital. Esta breve definición no exterioriza la importante utilidad que posibilita su uso.
Este valor digital es transparente y opera en la cadena de bloques en forma descentralizada, sin control estatal. Es transferible y seguro en las transacciones pues éstas están encriptadas. Pueden usarse como moneda, como parte de propiedad; de oro, inmuebles o de cualquier otra inversión.
Con reducida capacidad económica se accede a participar de cualquier negocio porque permite adquirir partes del capital. Una inversión tokenizada posibilita la participación de quien lo desee y por el monto que disponga, pues se divide el capital en tantos token como resulten necesarios.
Es apropiado recordar el incremento notable de la productividad que provocó la división del trabajo. El conocido ejemplo de producir clavos, de pasar a que cada operario haga el producto íntegro a dividirse las tareas y cada uno se ocupe de una sola etapa; de cortar el alambre, de hacer la punta y de terminar con la cabeza del clavo. En igual lógica el programador, cuando tiene un asunto complejo, lo desmenuza en asuntos más simples y así hace sencillo y posible su trabajo.
El Token habilita al operador económico menor a participar de grandes proyectos acorde con su visión de los negocios y con su capacidad económica de riesgo.
Un negocio tokenizado es un negocio abierto que puede reunir importantes montos para obras importantes, porque abre el capital y soluciona un problema importante de la inversión. Sus administradores deberán preocuparse de la viabilidad de los proyectos para la atracción del inversor.
Las grandes obras de infraestructura requieren de grandes capitales. A través del token, incluso un pequeño inversor puede participar de los beneficios de promoción – como el RIGI – para lo cual la unidad económica productiva debe abrirse a la vía de la tokenización.
Esta evolución posibilita democratizar los negocios a quien quiera participar de ellos, es un avance en el sistema capitalista que presenta otra alternativa de integración al dividir el capital a los emprendimientos importantes y poder acceder a los beneficios, que de otra forma no tendría oportunidad o alternativa.
Por ello para aliviar el reclamo de los que opinan de excesivos los beneficios del RIGI debería estudiarse la posibilidad de exigir a los grupos inversores para incorporase al régimen el abrir el capital a todos los argentinos (y no argentinos) para que con sus capacidades de inversión acceden a los mismos beneficios que el régimen de excepción concede a dichas corporaciones. Los proyectos son únicos, están separados e identificados y permiten la operatividad.
Esta posibilidad correría el límite del beneficio a todo el universo, a todos los que quisieran participar y no solo a las grandes inversiones. Las ganancias se percibirían en concepto de dividendos en proporción al capital invertido a través de los “tókenes” incorporados al proyecto.
Cr. Luis Alberto Dalcol, 08/2024