Cr. Luis Alberto Dalcol.
Nos conectamos con el mundo externo por los sentidos. Aristóteles ya había revelado los básicos: vista, oído, tacto, gusto, olfato. Por ellos percibimos el color y la forma, el sonido, lo palpable, el sabor, el olor; a través de los órganos ojo, oreja, piel, lengua, nariz. A estos sensores se han incorporado otros que mejoran la percepción como la noticepción (el dolor), la propiocepción (conciencia de cuerpo) y el equilibrio (sistema vestibular).
Existe otro sentido, no menos importante, al que llamamos sentido común. Aparece desvinculado de los sentidos expuestos. Posiblemente porque es un sentido no somático, que no se expone físicamente como aquellos. Es intangible y asemeja a un ordenador, a resultado de un proceso. En realidad es el armonizador de todos los sentidos citados. Actúa de coordinador sensorial y analiza la información que le reportan los sentidos esenciales. Los resume y sintetiza en un juicio único interno en ayuda de la comprensión lógica de las cosas. Se dice del sentido común que es el menos común de los sentidos. Menos común, porque no lo usamos en forma frecuente y habitual.
LA FILOSOFÍA Y NUESTRO SABER
La filosofía, en su síntesis, busca la verdad. Hay corrientes filosóficas basadas en el sentido común que da cabida a la intuición. En general, el mundo filosófico clásico, no reconoce abiertamente al sentido común como una teoría que arrime objetos y actos ciertos. De alguna forma lo desdeña. El mundo de habla inglesa es el que más lo eleva y acredita como doctrina que provee certezas.
A nuestro saber lo incorporamos por los sentidos, por la enseñanza, por la lectura y por otras vías. No hemos experimentado personalmente todo lo que sabemos. Lo aceptamos y damos por cierto porque nos parecen lógicos. Han sido otras personas las que descubrieron, comprobaron y lo acercaron.
ALGUNAS SITUACIONES
Existen individuos que creen que la tierra es plana (terraplanistas). La mayoría sabemos que es redonda por haberlo estudiado, mas no hemos viajado a la atmósfera ni hemos visto la esfera terrestre. Por sentido común sí la hemos aceptado al ver, cuando se ordena la estrella solar (que proyecta luz), el planeta terrestre (que la recibe y produce sombra) y el satélite lunar (que recibe la luz y la sombra) por posición y porque los dos últimos son cuerpos opacos. En la observación vemos que al desalinearse los cuerpos, la sombra que proyecta la tierra se refleja en la luna nítidamente en forma de curvatura que confirma la redondez de la tierra. Luego no dudamos en que la misma tenga dicha forma.
Cuentan que en una de las guerras mundiales del siglo pasado, los aviones que regresaban de los combates, eran analizados para procurar mejorarlos. Reforzar sus debilidades cuidando no elevar su peso para que no afecte la eficiencia en la carga bélica, la velocidad y el consumo del avión. Así los ingenieros detectaron que la mayoría de los impactos recibidos se ubicaban en las alas y que los motores no recibían balazos. Razonaron que la parte a reforzar era la de las alas. Hasta que un operario, con sentido común, se acerca y les dice: miren que los aviones que le pegaron en las alas son los que están aquí, los que regresaron. Los que le pegaron en los motores es difícil que hayan podido volver.
RELACIÓN CON LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL
Para cerrar se incorpora un importante partícipe actual: la inteligencia artificial. Es sustancial advertir que es un riesgo para el sentido común, y que al mismo tiempo lo revaloriza con mucha fuerza. No se puede confiar ciegamente en un algoritmo que no sabemos su intención y que puede ser usado maliciosamente. Ante la irrupción de esta interesante herramienta (que no deja de ser arrogante e invasiva) el mejor antídoto es el sentido común, que deviene en el análisis crítico humano – irreemplazable – que siempre debemos aplicar y nunca abandonar.