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Cr. Luis Alberto Dalcol, 08/2022

Hace pocas décadas aprendíamos en la escuela que en el universo existía un sistema solar  compuesto  solo por siete planetas. Luego, por  avances de la astronomía – principalmente por los instrumentos de búsqueda – se descubrieron otros planetas y quedamos en disposición de que a futuro aparezcan otros más.

De igual forma nos inculcaron en física que el átomo era la partícula más pequeña, incluso que fuera llamada así por haberse creído que ira indivisible; que era la unidad de la materia, hasta que posteriormente se supo de sus componentes menores.

Los hechos citados  son meros ejemplos de cómo evoluciona el conocimiento humano, como se modifica el saber que en determinado momento se tiene por cierto. Así, el conocimiento brota como temporal, circula contemporáneo al hombre, y  confirma que el mismo es cierto en tanto no exista la  posibilidad de demostrar su falta de certeza o de la aparición de un nuevo descubrimiento que reemplace su evidencia.

La humanidad se enriquece permanentemente del nuevo conocimiento, que se incorpora de diversas vertientes, desde la ciencia hasta del emergente empírico.

En su magnífica obra “El conocimiento humano”, Bertrand Russell, excluye el solipsismo, es decir la doctrina que defiende que el sujeto pensante no puede afirmar ninguna existencia salvo la suya propia. El filósofo condiciona el atributo del conocimiento a determinadas pautas.

Enumera  cuatro condicionantes que limitan su confirmación. En primer término el conocimiento tiene que ser verdadero, en segundo lugar tiene que ser creíble, por tercer orden exige que no lleve a conclusiones que la experiencia refute, y por último requiere que sea lógicamente necesario para que un suceso brinde pruebas a favor de otro suceso.

Paradójicamente la evolución del conocimiento  modifica y expande nuestra ignorancia. Sabemos más pero ignoramos más, pues nos presenta a través de lo percibido un nuevo campo desconocido del cual no habíamos sido advertidos.

La acumulación del conocimiento vigente es la herencia humana, es la cultura que deja el hombre cuando pasa por estos lares. Así, como hemos sido beneficiados por  nuestros antepasados  la civilización futura iniciará su derrotero de un escalón superior.

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