Cr. Luis Alberto Dalcol,
Todo cuerpo colegiado debe respetar un orden para trabajar en armonía y para poder lograr sus objetivos. No es fácil conseguirlo. Aquí se acerca un problema de frecuente recurrencia y un intento de abordaje.
Es común escuchar una parte quejosa en los siguientes términos. A la institución la manejan dos o tres, deciden todo, no nos consultan. Las reuniones tienen carácter informativo de lo que ya resolvieron. Carece de lo central, que es la deliberación, para que cada uno opine. Los hechos están consumados, llegamos tarde. Etc., etc. … . Tienen razón.
Por otra parte los que están al frente de los problemas diarios, refieren que están exigidos y que la vorágine actual los lleva a tomar céleres decisiones, porque hoy todo es para ayer. Los que se quejan, no están informados porque no están interesados; y para opinar, primero deben conocer y colaborar. Estamos abiertos pero urgidos tenemos que ejecutar sin dilaciones y no ayudan como debieran. Nunca están disponibles. Etc., etc. … . Tienen razón.
Un amigo que está a mis espaldas lee lo que escribo y reprocha. Estás ido, unos dicen una cosa, otros dicen lo contrario y das la razón a los dos. No me queda otra que expresarle, por tercera vez, que tiene razón.
La razón no habita en un lugar único, hay veces está en varias partes, fragmentada; incluso en asuntos comunes. Mas, es posible juntarlas, encontrarlas.
Lo más importante es ubicarse, porque en las crisis no hay que buscar culpables, sino que hay que encontrar soluciones. Por fin llegamos así, a la más competente y sabia cuarta razón.
UN INTENTO DE SOLUCIÓN
Se arriesga una salida para estos casos, cuando flaquea el diálogo. La responsabilidad de subsanar el escollo es de los “autoritarios”, y consiste en convocar a una reunión especial al amparo del concepto de integridad. En este caso anda por reconocer, cada parte, solo las objeciones que recibe de la otra; las debilidades que le son señaladas. Cada una debe estudiar – previamente – que puede aportar para aliviarle a la otra lo que le afecta.
Los tildados de “autoritarios” deben proponer su visión para mejorar lo que le achacan los “quejosos” para participar; y éstos deben aportar hechos para evitar de lo que los inculpan. Todos deben tener el interés genuino de solucionar el conflicto; para que no existan más partes, porque la entidad es una y está por encima de todos.
La reunión de la integridad tendrá solo tres puntos; uno de forma, otro deliberativo y un tercero primordial. El de forma refiere a dejar en la entrada celular y egos; el segundo un orden del día que exponga únicamente: contribuciones de cambio dispuesto a ceder en pro de constituir una Comisión Directiva que armonice la participación ordenada de todos. Si es posible exponer una síntesis por escrito. El tercero, y más importante, es que solo participen los que aman verdaderamente a la entidad, y la anteponen a cuestiones personales. Luego, una operativa práctica puede ser formar subcomisiones y asignar responsabilidad que ocupen a todos con obligación de gestionar e informar.
Debe acordarse que las buenas ideas, imaginaciones, inventivas y visiones: concentran y conforman. Cuando faltan, al tiempo normalmente se lo ocupa en pequeñeces.