Cr. Luis Alberto Dalcol.
Muy simple, el destino del ingreso del país es el consumo o el ahorro. Desde hace mucho tiempo ha primado el incentivo al consumo interno, en forma exagerada, porque trae votos. Ha desaparecido la austeridad, el ahorro y la inversión. El consumo es el corto plazo, el ahorro es el largo plazo. No hemos tenido moneda y ello no ha estimulado el ahorro formal, el de nuestras libretas de la escuela primaria que hacíamos con estampillas y que nos creaba conducta económica doméstica. El escaso ahorro se lo ha hecho en divisas y fuera del circuito formal de la economía.
Se impulsó en forma exagerada el consumo. Los presupuestos desequilibrados promovidos por Keynes, el déficit fiscal permanente, el financiamiento exagerado con “la creación de dinero” de los bancos, la expansión de las financieras directas al consumo, el creer que la “demanda agregada” es generadora de crecimiento (C. Kichner) o que el gasto improductivo es necesario para reactivar la economía (Guzmán) han tenido un resultado muy adverso. Una ilusión, una ficción temporal. Se lo puede resumir en la expresión: “plan platita”, en épocas de Fernández-Masa.
Recordemos que los estrados judiciales debieron receptar la quiebra del consumidor. El instituto creado para la actividad productiva fue habilitado por la justicia para asistir al consumidor que se excedió en su propio consumo y que no tenía recursos para pagar lo que ya había consumido; y, obviamente sin capital sucumbía. Una evidencia irrefutable de un despropósito increíble.
El consumo (gasto presente) es el último eslabón de la cadena económica, con el se extingue el bien y subsume al ahorro (gasto futuro). Sin ahorro no se crea capital para la inversión. Sin inversión no hay producción y sin producción no hay nada. Ni productividad ni crecimiento; más aún, ni posibilidad de creación de empleo genuino. Es adelantar un bienestar de fantasía a costa de un futuro comprometido.
Se debe consolidar realmente el superávit fiscal (sin postergar pagos, gastos esenciales, ni eliminar inversiones de mantenimiento en infraestructura). La inflación se ha reducido, aún es alta y está contenida. La moneda debe estabilizarse, limitar la actividad financiera directa al consumo, volver a un consumo austero acorde a la necesidad, recrear el ahorro para que la inversión crezca y aumente la producción que genera ocupación legítima y así lograr un bienestar mínimamente decoroso. Crear confianza para que el ahorro informal se formalice y se incorpore a la actividad productiva. Elevar las reservas sin recurrir a endeudamientos.
La economía crece si se estimula la inversión no el consumo. El consumo no incentiva la inversión porque si bien eleva de momento la demanda no es consistente en el tiempo, su aumento absorbe el ahorro que sí genera inversión. El déficit fiscal es consumo mayor a la producción y la acumulación del déficit fiscal se refleja en la abultada deuda pública.
El consumo que se debe alentar es el consumo del turismo extranjero y el de las exportaciones y servicios internos prestados al exterior. Debemos hacer planes para multiplicar las exportaciones que son muy inferiores en relación a la capacidad y al de las economías vecinas. Proponernos alcanzar los US 500 mil millones. El ingreso a buscar, como en la familia, es el que está afuera del hogar y que se incorpora al mismo; el que está fuera del circuito formal interno y externo. Recibir inversiones productivas con la inducción de exportar una buena parte de la producción para acercar dólares que necesita la importación con una relación cambiaria competitiva. En abril datos oficiales dan cuenta que egresaron 1.425.600 argentinos e ingresaron 699.300 extranjeros; menos del 50%, por la revaluación del peso. Se emitió un bono por US 1.000 millones y se paga el 29,50 anual durante 5 años (inconsistente al colapso de inflación anunciado). Desde que se implementó la banda cambiaria, el BCRA ha vendido en mercado de futuros US 1.000 millones para contener el US y la inflación de insumos importados; no se han acumulado reservas comprometidas con el FMI para el próximo, año con vencimientos por US 5.000 millones. Futura anuncia que cierra porque no es competitiva.
Es primordial arrimarse a una comunicación neutra, simple, sin auto calificación grandilocuente ni agraviante. No subestimar al ciudadano que tiene la suficiente lucidez para valorar los hechos que percibe, sin necesidad que se lo indiquen o propaguen. En contrario, molesta y resulta contraproducente; incluso para el inversor y la propia economía.