Cr. Luis Alberto Dalcol,
Por mucho tiempo el emprendedor económico argentino se adaptó a vivir en un ámbito inestable, signado por la inflación. El aumento incesante de precios llegó hasta tener que operar con la cadena de pagos cortada, porque no se sabía el precio de compra ni el precio de venta.
Ahora, la conducción económica procura aplacar la inflación bajo la aplicación del modelo que indica que se trata de un problema monetario. En consecuencia reduce el circulante, y cada uno de los bienes recibe menos unidades monetarias. No sabemos de su sostenibilidad en el tiempo, mas es prudente repensar los negocios para un clima de precios estable, en la eventualidad que pudiera alcanzarse el objetivo.
La continuidad de esta anomalía obligó a estimar el incremento y adicionar un plus de resguardo para estimar el precio de reposición porque al inicio hubo años en que se produjo descapitalización.
Sabemos que la rentabilidad depende de dos componentes: de la rotación de los bienes vendidos y del margen de utilidad aplicado a ellos.
La rentabilidad – por el cálculo de riesgo en el margen de utilidad – en algunos casos, llegaba a tener ingresos extras cuando el precio de reposición real era inferior al previsto. En estabilidad esta posibilidad desaparece. Se transforma en un problema más de manejo de stock para no tener inventarios abultados con costos sobrevaluados.
En regreso al tercer párrafo, incidía más el margen de utilidad que la rotación del stock. El margen de utilidad – que puede calcularse sobre los costos (de reposición) o sobre las ventas, obviamente con coeficientes distintos. Si se quiere tener una utilidad bruta, sin gastos, de caja, es decir sobre ventas del 30 %; se debe aplicar el 50 % sobre el costo. La rotación, recordemos es el movimiento del inventario y surge de dividir el costo de ventas por el promedio de stock de las mercaderías. Se determina por la suma de los inventarios al inicio y al final dividido por dos.
Si no hay plata, como dice el gobierno, no hay consumo. Si no hay pesos, la opción es bajar los precios y estos se pueden bajar aumentando la venta de unidades y/o disminuyendo los márgenes de utilidad; además de revisar o controlar toda la estructura de gastos del negocio.
El modo de encarar lo micro siempre depende del marco macro económico y cuando éste varía hay que adaptarse a la nueva realidad; aunque siempre se debe pensar que si se baja stock y falla la estabilidad de precios del plan de gobierno se debe estar alerta para su inmediata recomposición.
El operador comercial argentino ha estado expuesto a las más variadas inestabilidades pensadas y no pensadas. Así ha tomado una habilidad para lograr permanecer que es reconocida aún en el exterior.
Posiblemente esta anotación – para la mayoría – resulte superficial, no obstante para algún joven emprendedor le pueda aportar una tenue utilidad.