Cr. Luis Alberto Dalcol

La ciencia se identificaba con el conocimiento cierto. Más adelante, en su evolución, observó que algunos conocimientos dejaban de serlo por su propio avance. Se acomodó el término, agregándole “conocido”, y se propuso: el conocimiento cierto conocido. Luego, por la aceleración del cambio, llega a su afinidad actual, de: conocimiento del que aún no se tiene evidencia de que sea erróneo.
La física por mucho tiempo denominó a la unidad de la materia con la palabra átomo, de origen latino que significa: no se puede cortar, es indivisible, la menor partícula. Después descubrió que tiene núcleo, electrón … etc. . Dejó igual el término átomo, aunque no lo es, en sentido de constituir el elemento mínimo por sus componentes luego descubiertos. En su relación al universo: primero era la tierra, luego fue el sistema solar, después las galaxias, y siguieron otras revelaciones. Los físicos ahora anotician que el universo tiene una antigüedad de 13.800 millones de años, 3 veces más que la tierra; y que en ese andar sabe solo el 5 % del universo, que es lo que está constituidos por átomos. El 95 % restante que existe está compuesto, el 70 % de energía oscura y el 25 % de materia oscura – mas se ignora de qué está constituido; se sabe, que no es de átomos.
Por otra parte la ciencia económica, que se vincula a un conocimiento social, también tiene sus evoluciones y diversas aplicaciones. En la actual administración de nuestro país se fue por la teoría de la escuela austríaca renovada por el Premio Nobel de Economía Friedrich Hayek y en asuntos de inflación se aceptó el concepto de otro Nobel, Milton Friedman, que en síntesis afirma: “la inflación es siempre y en todo lugar un fenómeno monetario”. Su argumento se sostiene en que sí se tiene déficit presupuestario y se financia imprimiendo moneda, aumenta la oferta monetaria y produce alza de precios en los bienes. El gobierno defiende a ultranza tener superávit para no emitir dinero.
El concepto de Friedman, en mi atrevida y modesta apreciación, merece una observación. En el componente “en todo lugar”. Considero que debió omitirlo o referirse a su lugar E.E.U.U.; donde circula una sola moneda. En nuestro país circula dos monedas el $ y el US, en cuyo caso debiera incluir a ambas, y sobre el US no se tiene soberanía de manejo. Por otra parte nuestro país posee una informalidad muy significativa, cercana al 50 %, y hace que las medidas económicas que pueda tomar nuestra administración no encierren a ese espacio económico.
Por ello, de resultar razonable lo expuesto, nuestro país aparte de no tener ningún déficit – fiscal, de balanza comercial ni de pagos – para que el efecto de las medidas sean consistentes debiera preocuparse por erradicar o disminuir la informalidad económica. Complica a la competencia con menores costos, no contribuye al sostenimiento del Estado y necesidades sociales – haciendo más pesada la carga del ciudadano cumplidor -; y, por otra parte debilita las medidas aplicadas por la administración económica porque no la afectan en absoluto.
La incorporación al sistema de toda la economía marginal trasciende de prioritario, como la ausencia de los déficits señalados. En la búsqueda del país normal, su logro debe ser contemporáneo a los otros objetivos. El paquete presentado de presunción de inocencia fiscal no va en ese sentido.
Si tenemos reservas propias (hoy negativas) y no emanadas de endeudamientos, relacionadas con el circulante; y nuestra moneda alcanzara su estabilidad natural (no ficta) nuestro país se encaminaría a restituir la confianza perdida del operador; pilar fundamental e indispensable para incentivar la inversión que nos lleve al crecimiento económico rastreado. Esa es la esperanza.