Cr. Luis Alberto Dalcol,
La palabra político tiene varias acepciones. La que interesa a esta anotación es la de: “actividad del ciudadano cuando interviene en los asuntos públicos con su opinión, con su voto, o de cualquier otro modo”. Se identifica en el que ejerce la política como gobernante, dirigente; por ello también se lo llama funcionario en cuanto interviene en las cosas de gobierno y negocios del Estado.
La situación, buena y no buena, en la que se encuentra el país se debe a sus responsabilidades. A sus capacidades y actitudes en el desarrollo de su tarea. A resultas de ello se desprende un arco calificativo muy amplio, entre patriotas y corruptos.
Con propósito de aportar se dejan de lado las cosas hechas como se deben – que son muchas – y se señalan las indecorosas con el fin de disminuir su frecuencia y recurrente corrimiento de las prácticas negativas que dañan a nuestra sociedad.
La política, sabemos, busca el poder. El político accede al poder y luego actúa. Lo puede hacer en interés del país o en su propio beneficio a través de compra de voluntades, protección o intervención en el control del Estado y de cualquier otra forma imaginada a cambio de una compensación. Ejemplos sobran. Los que se enriquecen a costa de la vida pública repugnan. En un extremo “Con el poder puede hacerse mucho daño y poco bien” decía Octavio Paz.
El hecho del fentanilo contaminado no pudo haber sucedido sin la protección del político (ni de los jueces). Omisiones, irregularidades en la fabricación y distribución así lo sostienen. ANMAT confeccionó 180 infracciones en los Laboratorios Ramallo y HLB Pharma que solo se clausuraran después de la tragedia. Hay registradas 53 muertes. Es un mínimo, una base, pues se descubrió que habían sido contaminadas dos partidas de 150.000 unidades cada una; su relación con las listas de fallecidos no es lógica.
Así, todos los días nos informamos de hechos increíbles, aberrantes, límites; pero luego aparecen otros que superan a los mismos y creemos que no podrán repetirse o ser superados; y, enseguida vemos otra cadena espantosa que no podemos explicar.
No obstante, en ciertos casos hay agradecimientos más que cuestionamientos al poder. En alimentos y votos intercambiados. En la aceptación de expresiones sin sonrojo como: “lo que no se paga con billetera se paga con política”.
En la definición de inicio acercada de político empezaba con la “actividad del ciudadano …” y terminaba “… o de cualquier otro modo”; posiblemente existe un enorme error de comprensión sobre la última expresión.
La ética, que no respeta la política, es ignorada y abre las puertas a cualquier posibilidad que alcance el propósito del enriquecimiento que actualmente identifica al éxito; no interesa el camino.
Es muy grave, muy enfermo, irritante, patético. Excesivamente mórbido y penoso.